“La ira nos dice que no nos hemos ocupado de una herida. Una herida es un dolor presente, mientras que la ira es a menudo un dolor persistente. Si vamos acumulando estas heridas sin sanarlas, nuestra ira crece (…)
Tenemos que liberar esta ira para recordar nuestra bondad y quiénes somos».
“Lecciones de vida” Elisabeth Kubler Ross.
Con este post quiero profundizar que hay o se esconde detrás del enfado, rabia o ira dependiendo del grado de intensidad, y el impacto que puede alcanzar en nosotros y en las personas que nos rodean. También me gustaría abordar distintas maneras de gestionar el enfado.
Podemos hablar que todas las emociones tienen una parte funcional y otra más neurótica. El enfado, es una de estas emociones que si la utilizamos de manera saludable nos ayuda a poner límites, a saber, que es lo que no queremos en nuestra vida y a distinguir cuando decir que no o alejar algo que nos hace daño. Así que podemos decir que cuando el enfado es utilizado de manera saludable nos ayuda en nuestra vida, como todas las emociones funcionales en nosotros.
Es algo diferente cuando es un mecanismo reactivo que suele tapar otras emociones, en la que reaccionamos de forma desproporcionada al agravio en sí. Cuando además el enfado que tenemos no nos ayuda a clarificar lo que queremos o a poner límites, sino que lo utilizamos como arma arrojadiza para dañar al otro y castigarle.
¿Cómo es el enfado disfuncional?
Este tipo de enfado disfuncional y neurótico puede ser una forma aprendida de funcionar que puede ser muy dañina en nuestras relaciones con otros y en vez de ayudarnos, lo que consigue es dañar el vínculo y también hacernos sentir muy culpables del daño producido, con lo que no nos sirve para poner límites y nos quedamos igual que estábamos, o incluso hace que nos sintamos más pequeños.
Cuando nuestra manera de reaccionar ante algo que nos ha enfadado es desproporcionada, hay viejos enfados sin solucionar, estos pueden estar mostrando heridas del pasado sin sanar. Lo primero que tenemos que ver, qué es lo que nos ha enfadado y que esconde detrás.
¿Qué esconde el enfado?
Algunas personas han aprendido a no mostrar su vulnerabilidad, su dolor, sus miedos, o su vergüenza porque no han tenido un entorno familiar seguro donde poder mostrarlo o desarrollarlo. Entonces el enfado surge como un mecanismo protector cuando nos sentimos indefensos.
Cuando somos pequeños y no tenemos herramientas suficientes, podemos aprender que la rabia es un mecanismo que nos permite defendernos y protegernos tapando nuestra parte más débil, este mecanismo se nos queda instalado en la edad adulta. Hay algo que activa esa herida y antes de dolernos, reaccionamos. Cuando tenemos estas expresiones reactivas, muchas veces ni siquiera somos conscientes de lo escondemos. No somos capaces de ver que hay detrás.
Vamos a poner un ejemplo si yo me enfado porque mi pareja se va un sábado con unos amigos, puede que lo que haya detrás es un miedo a que mi pareja no me quiera como antes o puede ser mi propia inseguridad a perderlo, lo que me haga enfadarme con él. Es más fácil enfadarnos con la pareja que expresar nuestros auténticos miedos porque eso nos hace sentirnos vulnerables e inseguros. Es más difícil de decir “tengo miedo que ya no me quieras y te haya dejado de importar” A enfadarme y juzgarle con un “eres un egoísta y sólo piensas en ti”.
Esa manera de atacar es ocultar lo que hay detrás, nuestro miedo y nuestra vulnerabilidad. El problema es que con lo segundo solo vamos a agravar el problema, ya que por un lado no estamos comunicando lo que nos pasa realmente y por el otro nuestra pareja se va a sentir atacada y se va a defender.
¿Es reprimir el enfado la solución?
Tampoco es nada recomendable reprimir la ira, rabia o enfado como norma. Cuando lo reprimimos, lo vamos acumulando hasta que explotamos sin ningún control. Es por lo tanto imprescindible para nuestra salud buscar herramientas que nos permitan mostrar nuestro enfado de una manera mucho más funcional.
Norberto Levy en su libro “La sabiduría de las emociones” nos habla del enfado funcional versus el enfado disfuncional y que diferencias hay en cada uno de ellos. Lo primero que nos muestra es la diferencia de actitud entre uno y otro.
En el enfado disfuncional, estoy a la defensiva, no quiero comunicar ni expresar al otro como me siento porque no me veo capaz de mostrarme tal y como soy, un ejemplo de esto sería “No voy a darle el gustazo de que vea como me ha dolido lo que me ha hecho”, ya que además culpabilizamos al otro de nuestro dolor. Mi objetivo no es que me reparen o solucionar el problema, sólo producir el máximo castigo al otro. Esta manera de gestionar el enfado es muy dañina para nosotros mismos y para las personas que nos rodean, ya que los problemas o conflictos no solamente no se solucionan, sino que empeoran y el vínculo acaba deteriorándose y puede llegar a romperse.
El enfado funcional
Cuando nuestro enfado es funcional, nuestra actitud es de resolución. Si mi actitud es resolutiva, voy a comunicarme de una forma genuina, expresando mi emoción sin juzgar al otro, lo que dará una situación propicia para que la otra persona empatice conmigo y me pueda llegar a comprender. Mi objetivo es una reparación y una propuesta para que esa situación que me ha molestado o que no quiero en mi vida, no se vuelva a repetir.
Enfado Funcional | Enfado Disfuncional | |
---|---|---|
Actitud | Resolutiva | Defensiva |
Expresión | Expreso como me siento sin juzgar | Suprimo mi reacción al mínimo |
Objetivo | Propuesta de reparación para que la situación no se repita | Producir en el otro el máximo castigo |
Cuando el enfado es disfuncional, también puede que haya creencias que nos limitan en torno a este enfado, también puede ser que tengamos poca flexibilidad y nos cueste aceptar que los otros tienen otra manera de hacer, de pensar, de sentir y es tan lícita como la nuestra. Es decir que cuando las cosas no son como yo las veo me enfada. También nos enfadamos porque el otro no me da lo que quiero cuando nosotros mismos no nos lo damos en primera instancia. Por ejemplo, cuando buscamos reconocimiento y valía en la pareja y no somos capaces de dárnosla a nosotros mismos.
El enfado también tiene que ver con la aceptación de lo que el otro es y hace. Un enfado funcional es expresarle al otro como nos sentimos y proponer una solución a un conflicto y estar abierto al sí y al no del otro, cuanto más cerrados estemos al no; es más una exigencia que una proposición. En el entorno emocional una orden o exigencia no da lugar, no podemos exigir al otro que nos quiera, que nos admire o que nos cuide.
Otras veces el enfado con el otro es una proyección pues con quien más nos enfadamos es con nosotros mismos. A veces nos enfadamos porque creemos habernos traicionado por complacer a los demás, o cuando no respetamos nuestras propias necesidades.
El preguntarnos que hay detrás de nuestro enfado con valentía y honestidad puede que nos ayude el autoconocimiento de responder ¿Para qué nos enfadamos? Espero que este post te haya ayudado a conocer en mayor profundidad tu enfado, hazme tus comentarios en info@sendagestalt.com Te leo 😉
Fuente: Norberto Levy “La sabiduría de las emociones” y “Lecciones de vida” Elisabeth Kubler Ross.